domingo, 1 de febrero de 2009

No hay vacantes


El paraíso cerró las puertas,
la luna perdió sus piernas
y se detuvo, el tiempo frente a mi nariz.
La noche cayó desnuda
y haraposa
mi garganta carraspeó
donde habrían dos había dos
y donde habrían tres había tres;
sal me azotó los ojos
sal del más salino mar
y agité mis manos, para aliviarme.

Sediento, tarareé unas notas
flagelado consumí saliva
¡Cielos!, ¡Dios!
el paraíso cerró las puertas
y donde habría dos había dos
y donde habrían tres había tres.

No hay vacantes
y yo pensé que si podía
¿Qué hacer?
tal vez, marcharme
no había desesperación,
eso no,
pero imagina concebirle un beso a la gloria
imagina destruir mis sueños con los labios.
Y así fue
por sus labios, derrotado...
como no asistirme con sus manos
- no hay vacantes-
como si su alegría dependiera de mi llanto
y la tristeza pregonó su imperio
sobre mi lamento.

Dos faltaron
y llegaron
antes de mí
y no pude destronarlos
le bastaba con su romance nocturno
con su libertad rebelde
y cuando quise amarla terminó el encanto
si las piernas le quitó a la luna
arrogante
se detuvo el tiempo
el paraíso cerró las puertas
y yo... ya no pude recobrarle.