miércoles, 16 de octubre de 2019

Libertad

Presa de la utopía en si misma
Caduca al imaginario y solapada al poder
Libertad es luz a través de un prisma
Dependiente y vacía de ser.

Libertad es la decisión de hacer
Excluyente de juicio o atiborrada de él 
Responsable de la consecuencia:
Del placer de morir
Del temor de nacer.

Efímera en su dilema
Tostada en la cabecera de mi sien
Libertad existe mañana
Lo de ayer me ata
Y hoy ya no se que hacer.

---
Jorge Galaz Acevedo

domingo, 13 de octubre de 2019

Tercer aniversario


Le confiero a la opinión que lo mío ha sido un arrebato
Y es cierto, al arrebato le falta tacto
Pero al tacto eufemismo le sobra.
Por tanto, y si se vomita de golpe, la raíz del arrebato va en total sinceridad.

Y el desastre va mal visto, porque:
¿Dónde está el tacto?
En la descomposición de la carne
En el caótico amanecer de tu cabello
En el hálito que acompaña el primer beso.

Y es ahí, donde está el valor de estas almas
Que vencen el cotidiano obstáculo de la rutina
En la pertinente energía de este amor
En el ejercicio genuino de la libertad
Siempre escogen volver a sí
Y el padecer no cabe en nuestras bocas.

Y sí, le confiero a la opinión clasificar lo nuestro de arrebato
Sin excusa felizmente
Sin deseos de negarlo.

Hoy tres años de casados
Y aunque el sol se apague 
Con la energía de estos arrebatos
Vencer con nuestra luz el caos.


---
Jorge Galaz Acevedo 

martes, 6 de agosto de 2019

El Ave de la Cordillera

Un grupo de aves se posaron sobre una rama tras la gran erupción del volcán. Diez se ubicaron al sur y otras diez al norte de esta. Por el centro, una enorme cordillera las cargó sobre la joroba más alta, cual si la rama fuera una balanza. El precipicio era tal que el pavor las acechaba y aunque todas podían volar, algunas habían resultado heridas y quizá no podrían hacerlo por mucho tiempo. Los fríos vientos de la cordillera las mecían de vez en cuando y el sol sobre la nieve las encandilaba. Un día la rama se meció durante un fuerte temporal y tres aves cayeron a la lava. Inteligente entonces, hubo un ave que voló y se mantuvo cerca de la rama hasta que se volviera a estabilizar. Quizá por miedo, valentía o instinto, otra voló, pero se marchó lejos y sin mirar atrás, entonces una de las aves que se encontraba al sur de la improvisada balanza dio pasos agitados hasta posarse al centro, justo sobre la joroba para mantener la rama en su sitio.- ¡El centro debe ser mi lugar! - exclamó el ave que asechaba la rama hasta verla en equilibrio.Entonces dos aves se fueron al extremo norte y las otras dos al extremo sur para que la sexta ave pudiera volver a posarse sobre el seco tallo que las sostenía.Cuando esta ave cargó su peso sobre la rama, la que estaba temporalmente en el centro entendió que su lugar ya no era necesario sobre la joroba, entonces debía moverse y se ubicó al sur.El ave que regresó exigió poder sobre aquella ubicación y preferencias cuando hubiera que tomar el centro de la rama.El ave que creía que no podía volar asintió para no perder un puesto y así caer al precipicio.Pasaron dos inviernos hasta el último temporal, y una desgarradora erupción causó daños tales que obligaron a volar a dos aves más. Ya sólo quedaban tres aves sostenidas sobre la rama, que a su vez mantenían esa rama en su lugar, sobre la joroba más alta de la inmensa cordillera.La rama ya no era la misma de un comienzo, el calor del volcán, los fríos inviernos y el arañazo constante de las garras que apretaban firme para no caer, ya incluso la tenían con trozos menos y estaba más corta cada vez.Entonces las aves se vieron obligadas a estar más cerca entre sí, lo cual mantuvo más el calor entre ellas. El ave que se posaba al centro era la más protegida.Una noche la cercanía provocó jolgorio entre la nostalgia por aquellos días en que eran diez y no tres, también por la suerte de seguir vivas y unidas en un mismo fin ante tan dramática historia.Luego, la cercanía ya era estorbo, entonces el ave que alguna vez reclamó el centro decidió marcharse: soñaba con volar y vivir la aventura de compartir ramas con aves en la joroba de otra cordillera nevada.Entonces sólo quedaron dos. Por más que lo desearan, ambas aves se veían en la indeseada obligación de apartarse de la joroba o volar al mismo tiempo para mantener la rama en su posición, sin embargo, abandonar este seco tallo y dejar que este cayera, desde el nevado más alto de la cordillera dentro del volcán, al final del inmenso precipicio, no era opción. No podía serlo después haber luchado tantos temporales, tantos veranos al sol y tantos inviernos soportando la inclemencia del tiempo y el poder de los años sobre aquella rama. Sentían que incluso, estar vivos sobre esa rama aún no era suficiente, que tanto esfuerzo merecía algo más, se sentían frustradas, solitarias -y la soledad no era su mejor amiga-. Una de ellas culpaba a las otras aves por el presente, por el abandono, por lo cobardes o egoístas que habían sido. Y toda su desazón la cargaba al ave que quedaba junto, sabía que esa ave no era culpable, pero tenía que desahogarse y no había otra que le oyera, entonces tomaba esa libertad de gritarle lo que quisiera. Esa ave herida no sería capaz de volar y entonces estaba obligada a oír lo que fuera.Había, sin embargo, una fuerza que el ave trinadora no tenía en mente, se sentía tan segura de no quedar sola debido a las heridas pasadas de la otra ave, que no dudaba en descargar sus miedos contra ella, y mientras insistía gritándole su frustración, un rayo de luz cayó sobre los ojos del ave que no creía que podía volar y se encandiló mientras oía los miedos del ave compañera, el susto fue tal que perdió el equilibrio y el instinto, sin siquiera pensarlo, la hizo saltar a su suerte, quizá caer no sería tan malo en esas circunstancias.Ese día inolvidable aquella ave voló. Desde lo alto observaba la rama que tanta estabilidad le dio por años, también, desde esa perspectiva observó lo infinita de aquella cordillera y lo más inmensa aun que era esa joroba nevada donde sostuvo sus patas para alzar su vuelo.A lo lejos, mientras el sol se hacía sentir tibio sobre su lomo y oía los trinos solitarios de la otra ave, sintió la paz que le brindó el cielo. En su corazón agitado deseaba que el ave trinadora fuera feliz ahora que la rama era suya y también el centro de esta, sobre aquella joroba nevada que tanto protegió y jamás abandonó.Mientras el viento agitaba su plumaje y el vuelo en altura le otorgaba una amplia visión, divisó un pequeño grupo de aves sobre otra rama, la que estaba a punto de caer al precipicio. Una lluvia sobre la nieve había derretido la joroba suave y blanca de esa gran montaña y ese pequeño tallo estaba a punto de ser cortado por el filo de una roca. Ante tal escenario se lanzó en picada, ubicó su cuerpo por debajo de la rama y la sostuvo con su lomo. Sus patas se hirieron sobre el filo de las rocas, pero mantuvo en equilibrio aquella rama y esas tres aves temerosas sobre ella, también los dos huevitos que había sobre un nido, por el centro de la rama.Después de esa extraña lluvia y el esfuerzo de esta ave la nieve regresó, quedando sepultada bajo un manto suave y blanco que coronaba a la montaña. Sin notarlo formó parte en la joroba de la nueva montaña más alta de aquella cordillera. Hoy es el eje de una rama que se equilibra y le da vida a tres aves, que ya son cinco, gracias a su valor, al amor desinteresado y su omnipotente existencia.


---

Dedicado a mi madre, Inés.


Jorge Galaz Acevedo

Pobreza

-¡Se le hará batalla!- dice el candidato
Como si enemiga fuera del sistema.
La pobreza es aliada, compañera en ruta.
Necesaria como la impresora a los billetes.

La pobreza
Dice el diccionario que escaces o carencia de lo imprescindible es.
Y así entonces el concepto es amplio
Porque aquí se carece de honra, de verdades y alma.
Entonces pobres somos todos sin abrir bolsillos.

Y bueno,
¿Contra quién alzará la batalla el candidato?
Si es aliada la pobreza.

-¿Va a matar las almas?
¿Va a matar la honra?
¿Va a decir mentiras?
La pobreza candidato no se vence;
No se da batalla a la pobreza
La pobreza es tal porque le falta,
entonces hay que darle.

- ¿Darle más deuda?- en ademán incrédulo.
-¡Todo lo opuesto! Endeudarse usted candidato
- ¿Y qué deberles?- pregunta más incrédulo aún.
- Alma, verdad y honra.
Eso es lo que nadie da y por eso somos pobres.


---
Jorge Galaz Acevedo

Día UNO

La mañana no inició, porque sólo se extendió la noche. Y cabían dudas, pero había más certezas, de esas profundas que sólo uno entiende cuando sabe, sin argumentos válidos -pero con seguridad- que hoy es el día.

Entonces el insomnio no cesó ni el dolor físico que antecede la poderosa vida. Ella ahí tendida, volteándose, sentada, de pie, con el guatero, con el calienta camas, con el dolor aunque rezara; y aunque sintiera alegría.

¿Qué hacer en aquel escenario de una obra que no protagonizas, que espectas, y como tal perteneces al set, pero no actúas.

¿Cómo aconsejar si no sabes? ¿Cómo entenderlo si sólo lo ves?

Y es cierto, lo sufres. Porque ves el dolor y sabes que sólo queda acariciar y amar lo más posible, porque no hay regreso a la paz hasta el clímax de la historia, que por cierto, tiene varios capítulos que le anteceden por ahora.

Y algo, sostenido en la virtud de la ignorancia, mas bien en el instinto, nos convence a salir, a movernos. Como en una historia de sobrevivencia en donde el movimiento es vida, emprendemos viaje 60km al norte, donde decidimos conocer y saludar por primera vez a ese ser, que extrañamente, y a diferencia de todos los otros seres que han pasado por mi vida, no existía antes de mí y es de mi sangre a la vez. Ese ser que inimaginablemente amas antes de saber como es, y que según esa intuición profunda que le llaman instinto, te obsequia amar sin condiciones.

En aquel viaje de carretera, como en más de alguna película, la música de la radio acompañó el momento: "You Could Be Mine" de "Guns n' Roses" sonó cuando elevé el volumen y pude capturar melodías entre tantos pensamientos múltiples. Entonces sentí que montaba en rumbo al futuro mientras el viento acariciaba mi rostro golpeándome con la incontenible realidad surrealista de esas horas. Y caí en la música, elevado al misterio de una mente en blanco que llena de sensaciones iba en vaivén sorfeando un pentagrama que con mi compañera de vida hacíamos una quinta y en pocas horas nacería la octava necesaria para completar un armónico acorde en SI; un SI mayor que hace honores también al lenguaje de la aprobación y el asentir al desafío de vivir. Un SI que en sí le rima a Abigail y compone la sonata perfecta para el amanecer y abrirse al sol.

Quien iba a pensar que finalmente lo evidente se expresaría a segundos de volver a tomar la bocanada de aire necesaria para ceñirse de pies sobre la tierra antes de saltar al abismo de una aventura sin fin; con mi compañera de vida ahora somos otra era en nuestras vidas: propias y en común.

Y esa sensación de saltar sin aire para gritar obliga a tragar aire mientras caes, entonces más profundo se vuelve el vértigo de lo incierto. Porque por mucho que se lea o se escuche, por mucho que se piense o desee, el calor del sol se disfruta sólo cuando desnudo se apodera de nuestras sombras.

Por un momento el tiempo acompañó mis preocupaciones y le vi al reloj la cara tantas veces que por ocasiones me topé con la misma posición de las agujas. Las ansias, el temor, el miedo, el goce, la plenitud, la vida en todos sus colores y sabores. La vida expresada en sangre y fluidos que unen las cloacas con la pureza, las sombras con la luz y el miedo con la dicha. Y entonces decidí tocar el miedo un rato para abrir más grande los ojos y sentir más sangre en mi pecho, para dejar así de lado las ansias y disfrutar lo efímero del paraíso, oliendo la sangre y los fluidos que obligan a entender que no venimos del cielo y somos carne, absorbiendo tantos colores que me fui a negro para luego rebotarlos todos y sentirme luz cuando alumbró un nuevo sol para esta primavera.

Y aquí me quedo corto desde la intención hasta la imposible descripción de ver tus ojos en coordinación perfecta hasta los míos, aunque sepa que no me ves, aunque sepa que no me sabes padre, pero me buscas. Habiendo tanta novedad tras alumbrar me ves a mí y yo ahí me quedo oculto en tu mirada dulce, en una milésima infinita como el cielo e irrepetible como el mismo tiempo. Imposible no sentirme tuyo y a ti mía, aunque claro queda que lo único que poseo de ti es la suerte de ser tu padre algunos años de mi vida, algunos años de tu vida y en esa virtuosa luna quiero hallarte: cuando de mí dependa señalarte el norte y así navegues en tus mares en reseña de mi estrella a barlovento con el aliento de tu madre.

Por cierto, a tu madre la amo ahora más, porque le agregamos más adrenalina a esta zaga que en su última trilogía abrazaremos sin ti, o contigo pero en otro núcleo.

Por último, escribo este relato por si de mi voz no pudieras oírlo o porque simplemente la memoria es frágil y la única forma que hallo para encapsular este momento es este medio. Quiero que sepas que aunque no sabemos cómo, si sabemos qué, por instinto o yo que se.

Por mientras dejaré tres puntos a estas líneas porque queda mucho por escribir...


---
Jorge Galaz Acevedo

Detenido, desaparecido

Hace tanto no le veo
He oído que está bien, he sabido, que la vida le sonríe y,
Lamento tanto no oírlo de su voz, o descifrarlo de sus ojos
Sobre todo cuando pienso: era uno.

Ha sucedido tan veloz la vida que de vista le he perdido
Y extraño esos momentos que antes evadían el paso de mi tiempo:
La risa absurda, el trasnoche trivial, el incombustible sueño.

Y a ratos he sentido que le veo de reojos
Que aparece por entre la multitud, pero no le calzo en la mirada y le pierdo
Como si por ahí anduviera vagando expectante a una palabra
En la utopía de hallarme.

A ratos, y como si se apareciera, huelo su perfume
Siento su carcajada ridícula y la poca vergüenza en su presencia.

Por estos días ya le recuerdo a diario, y quizá porque está más lejos
A distancias que tal vez ni la soga más elástica permita traerlo a sí
Y me azota esta nostalgia de niño que perdió su amor
Sostenido en la oscura pena de perder el alma,
Pero esta vez adulto
Sintiendo que el alma que de lejos huelo ya no volverá.

Ha sucedido tan veloz la vida que de vista me he perdido
Y espero liberar mi detención
Y volver a aparecer.


---
Jorge Galaz Acevedo

Caminé, me detuve y después corrí

Tras caer llegó hasta mí
Como si el tropiezo antecediera mi presencia
Como si el suelo hubiera sido yo
Y en su caída hasta mí llegó.

Me pregunto:
¿Tal vez su caída la trajo hasta la tierra?
¿Tal vez caer la hizo llegar a lo más bajo?
¿Tal vez regresó hasta su cimiento?
¿Tal vez me halló sin intenciones de hacerlo?

Sugiere ella entre lágrimas que sólo la abrace
Y la abrazo
Y me pide sólo la escuche
Y la escucho
Y me pide sólo la contenga
Y la contengo

Pienso mientras
Entre abrazar, oír y contener
¿Seré capaz de sostener el peso de su caída?
¿Será adecuado para ella?

Finalmente la última pregunta
Y ya que llegó hasta mí por gravedad y no por deseo
Por necesidad y no por apego
¿La hallaré cuando sea yo quien tropiece?
Entonces la solté, sus lágrimas llegaron al asfalto
Ya más liviano, fui capaz de correr.


---
Jorge Galaz Acevedo