martes, 8 de octubre de 2013

Sobre el cielo




 
Le bebí la espalda a solas mientras observaba las estrellas
puntos amarillo-y-blancos esparcidos por la tierra
estrellada tierra nocturna
intervenida de smog y cielo cubierto sin luna
las estrellas brillaban tras su ventana
esparcidas por el suelo
entremedio de las calles y sujetas de mil cables.

Una hoja suave le tocó la piel desnuda
una hoja dentada y verde que cortó su mano.
Dibujos ilegibles se crearon en sus hombros
con mis labios
y canté silencios inocentes, transgresores con mi lengua.

Ella se miraba en la ventana
ella me sentía por su espalda.

Mis manos cayeron por la ciudadela nocturna
desde el alto rascacielo hasta el oscuro suelo
sentí su humedad, le sentí entre nubes de su sien
hasta que lloví mi piel sobre la suya
y se volteó…

El tacto nos reinó entre sombras y ángulos filosos
me jacté nervioso en una risa y respondió con un silencio…

Así caímos
desde el alto cielo al mismo suelo
plagado de estrellas caminantes y sonoras sirenas
entre mil constelaciones hilvanadas con mil cables a lo alto de un balcón
protegidos tras la noche, tras el mudo mundo bajo nuestros pies
por encima de los cielos y por sobre las estrellas.

Sólo instantes nos duró la boca entera,
otro tanto la piel seca.
Ella seducía mi sudor con su pavor
mientras inspiraba mis caricias en lo suave de su piel…
Perdí el pudor inmerso entre sus piernas
y viví la noche junto a un beso de su boca.

Tras respirar su aliento el amanecer se incorporó a mis ojos
volví a verle en colores y la besé
volví a tocarle el rostro y la abracé.



Jorge Galaz Acevedo.