miércoles, 16 de octubre de 2019

Libertad

Presa de la utopía en si misma
Caduca al imaginario y solapada al poder
Libertad es luz a través de un prisma
Dependiente y vacía de ser.

Libertad es la decisión de hacer
Excluyente de juicio o atiborrada de él 
Responsable de la consecuencia:
Del placer de morir
Del temor de nacer.

Efímera en su dilema
Tostada en la cabecera de mi sien
Libertad existe mañana
Lo de ayer me ata
Y hoy ya no se que hacer.

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Jorge Galaz Acevedo

domingo, 13 de octubre de 2019

Tercer aniversario


Le confiero a la opinión que lo mío ha sido un arrebato
Y es cierto, al arrebato le falta tacto
Pero al tacto eufemismo le sobra.
Por tanto, y si se vomita de golpe, la raíz del arrebato va en total sinceridad.

Y el desastre va mal visto, porque:
¿Dónde está el tacto?
En la descomposición de la carne
En el caótico amanecer de tu cabello
En el hálito que acompaña el primer beso.

Y es ahí, donde está el valor de estas almas
Que vencen el cotidiano obstáculo de la rutina
En la pertinente energía de este amor
En el ejercicio genuino de la libertad
Siempre escogen volver a sí
Y el padecer no cabe en nuestras bocas.

Y sí, le confiero a la opinión clasificar lo nuestro de arrebato
Sin excusa felizmente
Sin deseos de negarlo.

Hoy tres años de casados
Y aunque el sol se apague 
Con la energía de estos arrebatos
Vencer con nuestra luz el caos.


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Jorge Galaz Acevedo 

martes, 6 de agosto de 2019

El Ave de la Cordillera

Un grupo de aves se posaron sobre una rama tras la gran erupción del volcán. Diez se ubicaron al sur y otras diez al norte de esta. Por el centro, una enorme cordillera las cargó sobre la joroba más alta, cual si la rama fuera una balanza. El precipicio era tal que el pavor las acechaba y aunque todas podían volar, algunas habían resultado heridas y quizá no podrían hacerlo por mucho tiempo. Los fríos vientos de la cordillera las mecían de vez en cuando y el sol sobre la nieve las encandilaba. Un día la rama se meció durante un fuerte temporal y tres aves cayeron a la lava. Inteligente entonces, hubo un ave que voló y se mantuvo cerca de la rama hasta que se volviera a estabilizar. Quizá por miedo, valentía o instinto, otra voló, pero se marchó lejos y sin mirar atrás, entonces una de las aves que se encontraba al sur de la improvisada balanza dio pasos agitados hasta posarse al centro, justo sobre la joroba para mantener la rama en su sitio.- ¡El centro debe ser mi lugar! - exclamó el ave que asechaba la rama hasta verla en equilibrio.Entonces dos aves se fueron al extremo norte y las otras dos al extremo sur para que la sexta ave pudiera volver a posarse sobre el seco tallo que las sostenía.Cuando esta ave cargó su peso sobre la rama, la que estaba temporalmente en el centro entendió que su lugar ya no era necesario sobre la joroba, entonces debía moverse y se ubicó al sur.El ave que regresó exigió poder sobre aquella ubicación y preferencias cuando hubiera que tomar el centro de la rama.El ave que creía que no podía volar asintió para no perder un puesto y así caer al precipicio.Pasaron dos inviernos hasta el último temporal, y una desgarradora erupción causó daños tales que obligaron a volar a dos aves más. Ya sólo quedaban tres aves sostenidas sobre la rama, que a su vez mantenían esa rama en su lugar, sobre la joroba más alta de la inmensa cordillera.La rama ya no era la misma de un comienzo, el calor del volcán, los fríos inviernos y el arañazo constante de las garras que apretaban firme para no caer, ya incluso la tenían con trozos menos y estaba más corta cada vez.Entonces las aves se vieron obligadas a estar más cerca entre sí, lo cual mantuvo más el calor entre ellas. El ave que se posaba al centro era la más protegida.Una noche la cercanía provocó jolgorio entre la nostalgia por aquellos días en que eran diez y no tres, también por la suerte de seguir vivas y unidas en un mismo fin ante tan dramática historia.Luego, la cercanía ya era estorbo, entonces el ave que alguna vez reclamó el centro decidió marcharse: soñaba con volar y vivir la aventura de compartir ramas con aves en la joroba de otra cordillera nevada.Entonces sólo quedaron dos. Por más que lo desearan, ambas aves se veían en la indeseada obligación de apartarse de la joroba o volar al mismo tiempo para mantener la rama en su posición, sin embargo, abandonar este seco tallo y dejar que este cayera, desde el nevado más alto de la cordillera dentro del volcán, al final del inmenso precipicio, no era opción. No podía serlo después haber luchado tantos temporales, tantos veranos al sol y tantos inviernos soportando la inclemencia del tiempo y el poder de los años sobre aquella rama. Sentían que incluso, estar vivos sobre esa rama aún no era suficiente, que tanto esfuerzo merecía algo más, se sentían frustradas, solitarias -y la soledad no era su mejor amiga-. Una de ellas culpaba a las otras aves por el presente, por el abandono, por lo cobardes o egoístas que habían sido. Y toda su desazón la cargaba al ave que quedaba junto, sabía que esa ave no era culpable, pero tenía que desahogarse y no había otra que le oyera, entonces tomaba esa libertad de gritarle lo que quisiera. Esa ave herida no sería capaz de volar y entonces estaba obligada a oír lo que fuera.Había, sin embargo, una fuerza que el ave trinadora no tenía en mente, se sentía tan segura de no quedar sola debido a las heridas pasadas de la otra ave, que no dudaba en descargar sus miedos contra ella, y mientras insistía gritándole su frustración, un rayo de luz cayó sobre los ojos del ave que no creía que podía volar y se encandiló mientras oía los miedos del ave compañera, el susto fue tal que perdió el equilibrio y el instinto, sin siquiera pensarlo, la hizo saltar a su suerte, quizá caer no sería tan malo en esas circunstancias.Ese día inolvidable aquella ave voló. Desde lo alto observaba la rama que tanta estabilidad le dio por años, también, desde esa perspectiva observó lo infinita de aquella cordillera y lo más inmensa aun que era esa joroba nevada donde sostuvo sus patas para alzar su vuelo.A lo lejos, mientras el sol se hacía sentir tibio sobre su lomo y oía los trinos solitarios de la otra ave, sintió la paz que le brindó el cielo. En su corazón agitado deseaba que el ave trinadora fuera feliz ahora que la rama era suya y también el centro de esta, sobre aquella joroba nevada que tanto protegió y jamás abandonó.Mientras el viento agitaba su plumaje y el vuelo en altura le otorgaba una amplia visión, divisó un pequeño grupo de aves sobre otra rama, la que estaba a punto de caer al precipicio. Una lluvia sobre la nieve había derretido la joroba suave y blanca de esa gran montaña y ese pequeño tallo estaba a punto de ser cortado por el filo de una roca. Ante tal escenario se lanzó en picada, ubicó su cuerpo por debajo de la rama y la sostuvo con su lomo. Sus patas se hirieron sobre el filo de las rocas, pero mantuvo en equilibrio aquella rama y esas tres aves temerosas sobre ella, también los dos huevitos que había sobre un nido, por el centro de la rama.Después de esa extraña lluvia y el esfuerzo de esta ave la nieve regresó, quedando sepultada bajo un manto suave y blanco que coronaba a la montaña. Sin notarlo formó parte en la joroba de la nueva montaña más alta de aquella cordillera. Hoy es el eje de una rama que se equilibra y le da vida a tres aves, que ya son cinco, gracias a su valor, al amor desinteresado y su omnipotente existencia.


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Dedicado a mi madre, Inés.


Jorge Galaz Acevedo

Pobreza

-¡Se le hará batalla!- dice el candidato
Como si enemiga fuera del sistema.
La pobreza es aliada, compañera en ruta.
Necesaria como la impresora a los billetes.

La pobreza
Dice el diccionario que escaces o carencia de lo imprescindible es.
Y así entonces el concepto es amplio
Porque aquí se carece de honra, de verdades y alma.
Entonces pobres somos todos sin abrir bolsillos.

Y bueno,
¿Contra quién alzará la batalla el candidato?
Si es aliada la pobreza.

-¿Va a matar las almas?
¿Va a matar la honra?
¿Va a decir mentiras?
La pobreza candidato no se vence;
No se da batalla a la pobreza
La pobreza es tal porque le falta,
entonces hay que darle.

- ¿Darle más deuda?- en ademán incrédulo.
-¡Todo lo opuesto! Endeudarse usted candidato
- ¿Y qué deberles?- pregunta más incrédulo aún.
- Alma, verdad y honra.
Eso es lo que nadie da y por eso somos pobres.


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Jorge Galaz Acevedo

Día UNO

La mañana no inició, porque sólo se extendió la noche. Y cabían dudas, pero había más certezas, de esas profundas que sólo uno entiende cuando sabe, sin argumentos válidos -pero con seguridad- que hoy es el día.

Entonces el insomnio no cesó ni el dolor físico que antecede la poderosa vida. Ella ahí tendida, volteándose, sentada, de pie, con el guatero, con el calienta camas, con el dolor aunque rezara; y aunque sintiera alegría.

¿Qué hacer en aquel escenario de una obra que no protagonizas, que espectas, y como tal perteneces al set, pero no actúas.

¿Cómo aconsejar si no sabes? ¿Cómo entenderlo si sólo lo ves?

Y es cierto, lo sufres. Porque ves el dolor y sabes que sólo queda acariciar y amar lo más posible, porque no hay regreso a la paz hasta el clímax de la historia, que por cierto, tiene varios capítulos que le anteceden por ahora.

Y algo, sostenido en la virtud de la ignorancia, mas bien en el instinto, nos convence a salir, a movernos. Como en una historia de sobrevivencia en donde el movimiento es vida, emprendemos viaje 60km al norte, donde decidimos conocer y saludar por primera vez a ese ser, que extrañamente, y a diferencia de todos los otros seres que han pasado por mi vida, no existía antes de mí y es de mi sangre a la vez. Ese ser que inimaginablemente amas antes de saber como es, y que según esa intuición profunda que le llaman instinto, te obsequia amar sin condiciones.

En aquel viaje de carretera, como en más de alguna película, la música de la radio acompañó el momento: "You Could Be Mine" de "Guns n' Roses" sonó cuando elevé el volumen y pude capturar melodías entre tantos pensamientos múltiples. Entonces sentí que montaba en rumbo al futuro mientras el viento acariciaba mi rostro golpeándome con la incontenible realidad surrealista de esas horas. Y caí en la música, elevado al misterio de una mente en blanco que llena de sensaciones iba en vaivén sorfeando un pentagrama que con mi compañera de vida hacíamos una quinta y en pocas horas nacería la octava necesaria para completar un armónico acorde en SI; un SI mayor que hace honores también al lenguaje de la aprobación y el asentir al desafío de vivir. Un SI que en sí le rima a Abigail y compone la sonata perfecta para el amanecer y abrirse al sol.

Quien iba a pensar que finalmente lo evidente se expresaría a segundos de volver a tomar la bocanada de aire necesaria para ceñirse de pies sobre la tierra antes de saltar al abismo de una aventura sin fin; con mi compañera de vida ahora somos otra era en nuestras vidas: propias y en común.

Y esa sensación de saltar sin aire para gritar obliga a tragar aire mientras caes, entonces más profundo se vuelve el vértigo de lo incierto. Porque por mucho que se lea o se escuche, por mucho que se piense o desee, el calor del sol se disfruta sólo cuando desnudo se apodera de nuestras sombras.

Por un momento el tiempo acompañó mis preocupaciones y le vi al reloj la cara tantas veces que por ocasiones me topé con la misma posición de las agujas. Las ansias, el temor, el miedo, el goce, la plenitud, la vida en todos sus colores y sabores. La vida expresada en sangre y fluidos que unen las cloacas con la pureza, las sombras con la luz y el miedo con la dicha. Y entonces decidí tocar el miedo un rato para abrir más grande los ojos y sentir más sangre en mi pecho, para dejar así de lado las ansias y disfrutar lo efímero del paraíso, oliendo la sangre y los fluidos que obligan a entender que no venimos del cielo y somos carne, absorbiendo tantos colores que me fui a negro para luego rebotarlos todos y sentirme luz cuando alumbró un nuevo sol para esta primavera.

Y aquí me quedo corto desde la intención hasta la imposible descripción de ver tus ojos en coordinación perfecta hasta los míos, aunque sepa que no me ves, aunque sepa que no me sabes padre, pero me buscas. Habiendo tanta novedad tras alumbrar me ves a mí y yo ahí me quedo oculto en tu mirada dulce, en una milésima infinita como el cielo e irrepetible como el mismo tiempo. Imposible no sentirme tuyo y a ti mía, aunque claro queda que lo único que poseo de ti es la suerte de ser tu padre algunos años de mi vida, algunos años de tu vida y en esa virtuosa luna quiero hallarte: cuando de mí dependa señalarte el norte y así navegues en tus mares en reseña de mi estrella a barlovento con el aliento de tu madre.

Por cierto, a tu madre la amo ahora más, porque le agregamos más adrenalina a esta zaga que en su última trilogía abrazaremos sin ti, o contigo pero en otro núcleo.

Por último, escribo este relato por si de mi voz no pudieras oírlo o porque simplemente la memoria es frágil y la única forma que hallo para encapsular este momento es este medio. Quiero que sepas que aunque no sabemos cómo, si sabemos qué, por instinto o yo que se.

Por mientras dejaré tres puntos a estas líneas porque queda mucho por escribir...


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Jorge Galaz Acevedo

Detenido, desaparecido

Hace tanto no le veo
He oído que está bien, he sabido, que la vida le sonríe y,
Lamento tanto no oírlo de su voz, o descifrarlo de sus ojos
Sobre todo cuando pienso: era uno.

Ha sucedido tan veloz la vida que de vista le he perdido
Y extraño esos momentos que antes evadían el paso de mi tiempo:
La risa absurda, el trasnoche trivial, el incombustible sueño.

Y a ratos he sentido que le veo de reojos
Que aparece por entre la multitud, pero no le calzo en la mirada y le pierdo
Como si por ahí anduviera vagando expectante a una palabra
En la utopía de hallarme.

A ratos, y como si se apareciera, huelo su perfume
Siento su carcajada ridícula y la poca vergüenza en su presencia.

Por estos días ya le recuerdo a diario, y quizá porque está más lejos
A distancias que tal vez ni la soga más elástica permita traerlo a sí
Y me azota esta nostalgia de niño que perdió su amor
Sostenido en la oscura pena de perder el alma,
Pero esta vez adulto
Sintiendo que el alma que de lejos huelo ya no volverá.

Ha sucedido tan veloz la vida que de vista me he perdido
Y espero liberar mi detención
Y volver a aparecer.


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Jorge Galaz Acevedo

Caminé, me detuve y después corrí

Tras caer llegó hasta mí
Como si el tropiezo antecediera mi presencia
Como si el suelo hubiera sido yo
Y en su caída hasta mí llegó.

Me pregunto:
¿Tal vez su caída la trajo hasta la tierra?
¿Tal vez caer la hizo llegar a lo más bajo?
¿Tal vez regresó hasta su cimiento?
¿Tal vez me halló sin intenciones de hacerlo?

Sugiere ella entre lágrimas que sólo la abrace
Y la abrazo
Y me pide sólo la escuche
Y la escucho
Y me pide sólo la contenga
Y la contengo

Pienso mientras
Entre abrazar, oír y contener
¿Seré capaz de sostener el peso de su caída?
¿Será adecuado para ella?

Finalmente la última pregunta
Y ya que llegó hasta mí por gravedad y no por deseo
Por necesidad y no por apego
¿La hallaré cuando sea yo quien tropiece?
Entonces la solté, sus lágrimas llegaron al asfalto
Ya más liviano, fui capaz de correr.


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Jorge Galaz Acevedo

Giros

Tantas vueltas sobre sí y yo sobre ella
Tal vez hubiera espacio para los deseos del tiempo si no
Y volver un minuto atrás fuera posible
Pero tantas vueltas sobre sí lleva, que en su egolatría incontenible,
Jamás daría un paso atrás por mí.

¿Qué sentido entonces tiene este deseo?
Ella ya no está para beber un tinto a media tarde
Tanta necedad en mi capricho
Tanta que ha de ser blasfema esta intención de hierro
Y yerro mi paso viendo cuanta luz viene detrás.

Ante algún llamado sigo aquí
Bajo el mismo segundo en que el sol me halló la última vez
Aunque cada día otra vuelta ella de, y sobre sí también yo
Arrimado a su centro, girando también sobre mí.

Comprendo entonces el paso del tiempo
Y la desolación que agiganta en cada ocaso
Y en cada ocaso otra pieza a la armadura
Girando sobre sí, sobre sí, sobre sí
En armadura hasta ella.

Qué necio, y pedir a la arena
que su forma de abrazar no fuera efímera con mis pies bajo el mar.
Qué necio y ansiar que al ego lo venciera el tiempo
Cuando en cada vuelta otro giro suma
Y también giro yo, en esta misma celda.

Qué necio y esperar otro destino
Cuando en cada giro el fin se topa al inicio
Y la esperanza se ciñe a encontrar su camino
En el mismo lugar
Austera de piel
Sostenida en acero, egoísta
Una y otra vez, siempre sobre sí.

¡Maldita vejez que vuelve bastardo hasta al mejor hijo del sol!


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Jorge Galaz Acevedo

Descalzo

Húmeda la tierra, fría
Cálida y seca, ardiente
Dura y crujiente, que corta
Resbalosa y suave, de peligro latente

Hasta en días de lluvia descalzo
Y de pronto tirito
y en la playa, con la arena caliente, ¡Me quemo!

Se hace la vida descalzo, y te ven los pies:
Sucios, con las uñas negras
Y te ven los pies y te ven los ojos
Y no te ven el alma, porque está debajo
Cubierta de estos pies inmundos
Sensible a cada paso.

Va mi alma junto al piso
Saboreando el pasto
Devorando el fuego de la tierra
Ahí va, desnuda y furtiva, feliz y serena
Y ahí estoy yo, con ella
Y el día que muera
Irá delante de mí..
Para que nadie la separe de esta única huella.


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Jorge Galaz Acevedo

¡Qué se pudran!

Tanta tierra prometida
Dios, tanto cielo tras la muerte
Tanta egolatría
Qué soy igual a ti
Qué en tu senda habrá de sobra

Pobreza no quiero: de alma
De sangre, de pecho, de sienes
¡Quién fuera libertador de estupidez!

Tanta tierra prometida y tanta eternidad
Tanto miedo y tanta sed
Ay Dios mío tantas esperanzas
Tantas digo, ¿De qué?

¿Esperanza de vida?
Si estoy vivo
¿De alegría?
Si se reir
¿De hallar amor?
Si soy amado

¿Tierra prometida?
Aquí nací

Vida eterna, no la quiero
Paraísos ¡Para qué!

Sólo esta y ni una más
Así tendrá sentido haber nacido
Así tendrán poder mis sentimientos
Así tendrán futuro mis errores.

Punto aparte
Siento ganas de comer.


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Jorge Galaz Acevedo

Nubecita

Agüita de tierra que has ido al cielo
Pa' ser del viento nubecita cana
Pa' hacer llover cuando aquí sea invierno
Pa' hacer la paz cuando se agite el tiempo.

Te has ido al cielo agüita de ámbar
Pa' que se cubra el sol cuando tú estés de fiesta
Y bajes a tu siembra suavecita hada
A besar los surcos de tu tierra amada.

Te has ido al cielo temerosa anciana
A cubrir el cielo de abundante agua
Pa' caerle al fruto de tu vientre en arca
Pa' inundar tu júbilo sin par en nuestras almas


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Jorge Galaz Acevedo

Anhelo de exilio

Le fui a buscar por tosca y bruta
Por terca le fui en busca
Por incinerar sin sangre esta virtud
Y yo

Que le había visto en sueños
A vísperas del alunizaje
Que le había visto a solas en sollozos de confesión.

Le fui a buscar
Y allí le vi de pies, pero tendida
Como paraguas que sólo se abre ante la oscuridad del cielo
Tiritando, pero seca y pálida

¿Qué ansías que te cubres?
¿Qué? Si también del sol
Y ahora de las nubes y los vientos
¿Para qué escoger la tierra si también del tiempo huyes?

¿Y la luna?
Para qué hasta acá otra vez
¿Acaso allá también llovió?
¿Acaso allá extrañaste el cielo?

¡Vete!
Esta anarquía está sobrepoblada
Sólo falta se acelere el paso en tu temor
Vuelvas a la luna desolada
Y renazca la virtud de la esperanza.


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Jorge Galaz Acevedo

La niña inmensa por encima de la higuera

Bramaba su corteza de higuera torcida
Con el ímpetu de roble y su rugosa alma mientras dirigía el ocaso de una libre niña.
Furiosa de canas padecía muerta
Y estrujaba abrazos al niño débil desangrado de alma.
Padecía muerta, pero erguida junto al sosiego de una madre rosa.
No temí por la dulce niña, por la madre, por la rosa.
Lamenté lo dulce de los higos secos y el almíbar sobre el niño con diarrea.
Pero no temí más por la dulce niña, ni la madre, ni la rosa, porque su alma estaba plena contemplando inmensa, desde una frontera libre de higos secos, bebiendo miel de abejas por encima de la higuera.


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Jorge Galaz Acevedo

UNO

Sé por tierra o aventura tu alegría
unida o junta, pero sé júbilo en mi guarida
cuál sea la fortuna de estos brazos.
Javiera, sé a tu hermosura digna, cual mi alma sufre en tu ausencia, taciturna

He quebrado el cirio que hospedó tu desazón, antaño, sin el aire de mi aliento.
He besado a fuerza tus labios hasta hallar tu sangre
Soy arroz de tu arrozal
Soy fuego de tu hoguera
Soy agua en tu ribera

Amor, sé y serás el ojo de mi sueño
Por el hielo mi calor
Por el miedo mi dragón
Sé a mí tu alegría pura que amaré tu pecho cual fruto de tu amor

J aviera
A mo
V ivir
I nmerso y
E terno
R odeado de ti,
A mor.


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Jorge Galaz Acevedo

Orgullo

Nadie le ve a los ojos
Porque duele la vista
Arde el pecho y quema la guata
Por eso se eleva el mentón
Por eso se agranda el pecho
Porque duele enfrentarse al orgullo
Y se pone uno tieso
Duro y tieso, frío
Como muerto, como carne de cordero.

Por eso nadie le ve a los ojos
Porque el orgullo crece a tu reflejo
Y más pequeño te vuelves
Y más el orgullo crece.

Por eso quema la guata
Porque uno se aguanta el hambre
Y por eso el pecho arde
Porque el cuerpo le queda grande
A tan insignificante alma
Y a tan paliducha sangre.

Por eso se eleva el mentón
Porque el frío del pecho quema
Y uno le hace el quite
Al miedo, a la pequeña alma
Y al paliducho corazón.

Entonces,
Uno se pone tieso
Duro, frío y tieso
Como cadáver de cementerio
Rodeado de otros muertos
De efímeros avistamientos
De flores sin raíz y soles del invierno.


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Jorge Galaz Acevedo

Misa

Rugía su alta condición de cura
Yo sentado, de pie, sentado y otra vez
De pie
Oía su sonido extraviado y altivo
Inmerso en su decir el todo en nada
De pie, sentado, y otra vez
De pie
Caía su sermón de frazada bajo la lluvia
Y yo de pie, sentado y otra vez
Ahí yo, de pie otra vez
Rodeado de plegarias, peticiones
Rodeado de sonidos pavoridos y perdidos
De la misma nota de los zombies
Estaba yo, rodeado de amenes y lamentos
Sollozos entre dientes, sonidos amplificados en el cuerpo de un imperio
Como dentro de una guitarra
Sonidos múltiples, de hombres, de mujeres
Llantos de bebé, sonidos de guitarra.

Una puerta crujió
Yo sentado, de pie, otra vez sentado
De pie, sordo, sin esperanza de salir
¡Quiero salir!
¡Quiero estar de pie!
-Sentados todos-
¡Quiero estar de pie!


Y estaba yo, sentado otra vez…


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Jorge Galaz Acevedo

Confesiones

Me declaro incompetente
De arcada grande y sensatez ausente
Me declaro iluso y prepotente
Avezado impertinente
Como esta vida, delincuente
Imperecedero terco hasta la muerte.

Genuino en calidad de hombre
Cobarde, traga hormigas por temor al hambre
Instruido por el seno de occidente
Me declaro ansioso y también,
Extremadamente errante en lo caliente.

Me declaro frívolo en asuntos de alma
Sensible como diente
Como puta y su cliente,
Me declaro en llanto hombre valiente.

Antes de los veinte fui esperanza
Antes de los treinta soy coraza
Ante los cuarenta y si es que habrá vida...

Me declaro servidumbre y fariseo
Traicionero con mi vida
Me declaro antecesor del crimen y voraz tormenta
Me declaro incinerado a la ceniza:

Cobarde, ansioso, pequeño
Y sobre todo enano, pelusa, barro y sal.


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Jorge Galaz Aevedo

Perdido sol

¡Qué será de mí que el sol se ha ido!
Y he corrido, sin descanso, por donde cayó
¡Qué será a mis ojos sin su luz!
¡Qué será a la primavera sin calor!

Yo le vi lanzarse al mar
Pobrecito sol que habrá sufrido
Tal vez perdió a la luna
¡Qué será de mí, qué será…!

He corrido noches tras su huella
Han pasado meses ya sin luz
¡Qué será del mundo si no le hallo!
Pero ya le han visto supe; las mismas flores hablan de él
Quizá se fue de mí

¡Ay y qué le habré hecho yo!

Tanto lamento, tanto pavor
Tal vez si duermo un rato
Tal vez si caigo al mar y le hallo al fondo
Las flores no caminan, y siempre me hablan de él
¡Qué será de mí otra noche más sin sol!
¡Pero vi la luna!
¡Ayer he visto luna!
¡Ay si el sol supiera que la vi!

Qué será si duermo
Y tal vez así amanezca
¡Ay maldito sol!
¡Qué será si duermo y apareces sobre el mar!


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Jorge Galaz Acevedo

Para Javiera 2

¿Y desde cuándo has sido mi vida? pregunto
Tal vez ni al final de mi camino entienda tus enigmas:
Desde el día en que tu luz hizo a mi alma un reflejo de tu rostro,
Y cómo hacer que el mundo se incline ausente en tu nombre.

Te amo,
Y en la búsqueda infructuosa de adjetivos, cabe sólo el verbo de tus ojos
Como el tejido de tus dedos en el recorrido por mi rostro y mi cabello
Cuando me contiene tu regazo vivo
Tal vez ni yo me pertenezca,
Mas en ti soy cual hoja al viento
Y no queda más que desvariar entre vaivenes a tus pies
A tu raíz de savia fértil
A tu tiempo.

Pues he caído al tiempo,
Cuestionado y nuestro
Que imperecedero llana lo imposible de la vida eterna
Es cierto, ávido, y me apego a tu cintura orate y terco,
Porque no estimé la altiva ruta hasta tu pecho
y fallé en precisar mi alunizaje sin premura

Javiera,
Si antaño fuera inofensivo tu nombre es hoy caudal de sangre
La efeméride de tu primer respiro es en estos días
El significado de mi era
Alfa y omega del trazado de mis pasos
Trascendente en nuestras huellas.

Te amo
Y en lo inverosímil de mi tiempo, te prometo
Hallar la constelación precisa y conjugar el verbo exacto
Para decirte cuanto te amo,
Sin necesitar orarlo.


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Jorge Galaz Acevedo

Batalla

Omnipotente, desde el intento de la vida y hasta el logro de la muerte
Entre la sonrisa pura y mi anhelada paz, existe
Se sostiene e inhala aire del aire y bebe agua del agua
Como adversaria insaciable a mi búsqueda infructuosa de sosiego
Como si no bastara acicalar el hierro de su boca con filosos brillos lacerantes
Nada ha de gustarle más que el intenso almíbar de mi sangre
Nada ha de agradarle más que mi humedad salina
Aquel palpitante drama que ebulle de mi carne.
Océanos completos buscan penetrar la roca en su jadeo fulgurante. Mas
ni el brío del sol ardiendo sus ojos es capaz de amarle.
Y yo, apacible y quieto, adversario de sus armas, soy calibre de su vaina.

Es patriota su grito imponente, intimidante
No hay tierra que contenga tanta lluvia en su tormenta
Y yo me visto de jardín para absorber su agua, su hierba y devorar su fruto
A veces me sugiere Dios que no le vea mientras la contengo en su epilepsia
Somos herederos del polvo de una hoguera, propietarios de la sequía gris y estéril de la luna
Por cuanto en estos días de lascivia, tal cual se escuche, su sabor a mar es oro
Adversaria de mi paz, patriota de tu sangre
Es placer sentir el barro fértil de tu piel rebosar entre mis dedos
Y chapotear sobre tu monte mientras llueves sobre mi carne tu tormenta.


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Jorge Galaz Acevedo

Los Inocentes, los idiotas

Iré a tus brazos
Pues siento que he perdido mi alma
Entonces, espero hallar mi alma en tu regazo
Claro que, el alma siempre ha sido mía. Y tuya jamás
Entonces, tan sólo iré por tus brazos con la excusa de mi alma
Por si me supera lo arrogante
Y surtiré unas prosas elegantes.

Iré, porque me atrae tu presencia
Tal vez porque te ame
Inclusive quizá hasta sólo por venganza
Uno nunca sabe lo que siente, sólo sabe poner nombres
Así imagino saber lo que siento y tú te sientes más tranquila.

Iré, y no haré más que disfrutar tu aroma
Callaré cualquier intento de permiso y de excusa
Y por si de versos quedo corto, pues me robaré unos besos de tu boca.

Y te diré lo siguiente:
Estoy aquí, extraviado de poder y solapado en vehemencia
Ya que desconozco los albores de mi nacimiento
Estoy aquí porque se ha desvinculado de mí la inocencia y el pudor
Quizá y tan sólo por locura del absurdo.
Estoy aquí sombrío y desnudo
Palpitando como cobarde, pero actuando audaz y habilidoso.

Tal vez habré ido por tus brazos
Y he de recibir uno de tus charchazos
Pues de inocencia es que padezco;
Uno de niño no es cobarde ni aguerrido, tan sólo un ignorante.
A mis años, tan sólo un idiota.


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Jorge Galaz Acevedo

Amor Ciego

Pues sí, ocurrió
Somos poco menos que unos perros
Niños insensatos que recurren a lamerse
Perros desalmados que reclaman su orina
Tal vez vivir así nos haga felices
Tal vez así seamos más grandes, algún día
Quizá algún día
Quizá alguna vez
Cuando vuestro padre recurra a su honra antes de vernos
Cuando tu tiempo valga tus años
Y mis besos reclamen mis años
Y mis años tus brazos.

Amor, somos niños en pañal ajeno
Somos lastre de huerto con veneno
Quizá besarte me vuelva enfermo
Quizá desearte me haga eterno.

Hoy estoy pensando
Y este hoy estoy sintiendo
Mujer, que vayas arropada en día no te arropa en noche
Y que vayas clausurada no te cierra al boche
Soy precario de palabras
Soy anciano de recuerdos
Mas por cuanto exista noche, estaré despierto
Y mientras halla día seguiré dormido

Frente a tu padre
Frente a tu madre
Seguiré durmiendo frente a su jardín de ensueño
Y seguiré despierto frente a su jardín
Seguiré y rugiendo frente a su eufemismo de amor.


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Jorge Galaz Acevedo

Ciclo

Esa mañana te hallé
en el despertar de mi alma
y te hallé entre mis brazos de papel
sujeta de mi vientre, de mis manos y mi sien.

Esos días de sol y frío te hallé
cobijada en vestigios de guerra, enterrada en inviernos
te hallé en mi aventura de idilio rumiante
y te vi cual sirena
sumergida entre rocas, hermosa y perdida entre mares.

Y me hallé, junto a ti y te hallé
me tallé a tu cintura de hielo y combatí tu hiel
avancé sereno y eterno por tu imperio, tu soledad de sangre
y me abracé a tu piel en intención de armarme
hasta el pecho y allanarte…
Aquellos días me arrimé a tu cielo y me dejé caer
aquellos días me alcé a tu tiempo y te dejé correr
… volviste.

Te hallé, juraría que te hallé
y en realidad me hallaste, mi viste a los ojos y dijiste:
¡Siempre has sido mío!
y creí mi plan era perfecto
y fui yo el que corrió y volvió
de donde siempre he sido, de donde siempre fui.


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Jorge Galaz Acevedo

Para Javiera

Hasta la muerte
Si existiera la forma
si de alguna voz receta hubiera cual idóneo emblema
entonces vendaré mis ojos, invocaré sordera y quemaré mi boca hasta tu agua.
Para hallarte no hace falta oído ni lectura.
El instante y punto exacto es nuestro
… por si hay otoños, sólo nuestras manos cogerán las hojas
por si sale sol y sólo nuestra piel se hará morena.
Entonces, por si alguien calla, por si alguien grita… sólo con tu voz se hará mi vereda
por si mi alma clama, por si mi alma vira
sólo tu calor será mi guía.

¡Qué el hombre recto se alce al tiempo!
Por si alguna vez y toco a Dios que sea envuelto
Estos días que me quedan, los que ofrezco
estos días son mi vida y van a nombre de este templo
Te amo ahora, y por momentos, te amo antes y en lo eterno
¡Qué el hombre recto se alce al viento!
yo me alzo a los abismos de vivir amándote
en lo amargo de la muerte
en lo propio del silencio.

Amor, hallé tu nombre junto al mío sumergidos en la esfera de lo inmenso
y
si existiera forma idónea de una boca que yo oyera,
si cantara versos de otro versos,
entonces, no seré hombre digno para amarte.
No te ofrezco replicar amores, ni historias de años viejos
pues amarte no es tributo de otros
no es tributo de ojos tuertos
somos almas diferentes encontradas en un puerto
para un viaje sin retorno
para un viaje sólo nuestro
donde quepan nuestros hijos, nuestro amor y nuestro encuentro.

¡Amor de mi vida!
Hoy exclamo mis razones para amarte, con el brío de mi canto
por si alguien usurpa mi cordura,
¡Qué te amo!
por si alguien calla mi locura
¡Qué hasta siempre!
y luego de ser tuyo
¡Hasta la muerte!


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Jorge Galaz Acevedo

Búsqueda Infructuosa

Infructuosa búsqueda en que viajo al horizonte
a los infinitos horizontes del espacio
¿Dónde acabaré sino al inicio de mis viajes?
¿Dónde moriré sino en la misma vida?
Vivo preso en ciclos asesinos de ilusiones
es inevitable la alegría y también insostenible
en inevitable crisis insostenible
en inevitable vida y muerte, incontenibles.

En el tiempo he estado inmerso divagando inerte
siento vida y soy tan sólo aguja de reloj.

He ido en tantos viajes al espacio
he ido en tantas travesías lamentables que he deseado regresar
pero he impedido los retornos
he bloqueado rendiciones
¡Perseverancia!
pero sigo aquí, entrampado en el espacio
sumergido en el tiempo
anclado en el comienzo
en el infinito retorno incalculable, ineludible y eterno.

Infructuosa mi búsqueda en el mar
infructuosa en horizontes
Tal vez la muerte solucione la vida
tal vez la vida destruya la muerte.

En la infructuosa búsqueda hallaré el fin besándose al comienzo
tal vez el conformismo me contenga en el mismo espacio
tal vez el idilio en el mismo espacio
tal vez el deseo, tal vez la alegría, la emoción.

He ido en tantos viajes concluyendo en el mismo comienzo
¡Frustración!
queriendo regresar
¡Alegría!
evitando volver
¡Crisis!
¡Clímax!
y encontrando el mismo inicio.

Mañana llegaré al infinito, hasta aquella vida eterna antes de haber nacido,
a la eternidad que todos temen encontrar.

Por ahora vago experto en infinita búsqueda infructuosa
la vida tiene mil horizontes
la vida tiene un sólo destino.


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Jorge Galaz Acevedo

Tony

Detrás de aquello que no existe está su voz
ella dice con los ojos
ella dice con el cuerpo
nada de lo que habla vive
todo lo que calla es.

Ella oculta con palabras
lo que grita su mirada
me responde con silencios
lo que expreso con mi piel.

Baila sola mientras yo le miro
baila sola por costumbre
le acostumbro
soy rutina, me dice
soy payaso, tal vez.

Hoy le hice reír
también ayer
no dice mucho
no dice nada
no dice
hace
pero calla
lo poco y nada que siente
lo traga.


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Jorge Galaz Acevedo

Frívolo

He ido
muchas veces he ido
he ido
pocas veces he ido

la verdad no he ido
querría ir,
pero jamás fui.

Lo tengo
desde siempre lo tengo
lo tengo
casi siempre lo tengo

la verdad no lo tengo
querría tenerlo
pero jamás lo tuve.

Lo soy
siempre lo he sido
lo soy
habitualmente, lo soy

la verdad me gustaría
serlo, me encantaría serlo.

Lo quiero
siempre lo he querido
lo deseo como a nada

y no es muy importante la verdad
pero lo quiero
y haré todo por aquello
capricho.


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Jorge Galaz Acevedo

No Homo

El cielo ha desechado su honra
nadie merece el cielo si ha perdido la cordura
nadie merece el cielo si ha ofrecido a otro hombre la pichula
por maraco, perdió
el cielo está dolido
la tierra le dará su merecido.

Nos encargaremos de ellos mi señor
nos encargaremos.

El cielo ha desechado su honra
expulsadas las coquetas esas
son costillas de hombre, son de hombre
entre labios, entre bocas no hay comida
entre sangre y vaginas falta carne
muéranse de hambre
esta tierra no es de lelas
esta tierra es de princesas.

Nos encargaremos mi señor
de todos ellos nos haremos cargo mi señor.

¡Qué hasta una perra sea madre!
¡Qué hasta un negro sea padre!
Dios nos libre cielo santo
de los negros, de los fletos, de las putas y las lelas.


Buscaremos paz
entre tanta mierda algo de paz
Dios te salve María
Dios mediante nos oiga
Buscamos el perdón, la santidad… buscamos tu misericordia mi Dios.


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Jorge Galaz Acevedo

Último Deseo

Mi perversión mantiene en anarquía mi paciencia
atravieso mi momento más violento, deseándote.
Por ti haré nada
En ti, lo que expelan tus jadeos
esperaré una súplica
un espasmo de tu cuerpo antes que…

Primero le dedicaré a mi boca los espacios de tu piel
que mis manos te seduzcan
que tu oído sepa de mi crimen, sin obviar palabras
y estaré tan cerca, tan a punto y tan distante.
Hasta que lo exijas no estaré donde deseas
hasta que supliques no tendrás de mí
aquello que
deseo yo de ti.

He irrumpido en los detalles de mi plan
tal vez ascienda y muera luego en un descenso frío
nada de lo que haga está demás
todo lo que oculte sobra
te deseo a diestra y bajo mi sudor
te deseo sobre y a mis pies
delante…

Mi rebeldía no culmina entre tus brazos
estoy en busca del planeta
no me basta tu cintura, no me basta un continente
aunque sea necesaria sangre, sangraré
entre tu alma, entre tus piernas, sangraré.

Mi último deseo es el primero que provocas
te deseo ardiente, oscura y mía
te deseo tuyo, en tu boca
mi último deseo es destruir mi perversión entre tus besos
aclamar piedad entre tus piernas
irrumpir a golpes tu cadera
y abrazar tu alma en el instante, ese instante
en que trago sangre de tu aliento
y mueres junto a mí en un ardiente silencio.


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Jorge Galaz Acevedo

Desayuno

Sorbos de té se adentran en mi cuerpo esta mañana
Sorbos cálidos y agrios que sugieren despertar, despertarme.
Por otro lado el sol sostiene vivos los visillos crema en las ventanas
Yo estoy decidido, estoy de hambre atiborrado.

Ella aún dormida divide la cama en dos
Y ya no quepo otro momento
Ella divide luna y sol
Y yo me acerco inmerso en el silencio.
Yo tirito, dudo un poco.

Sorbos de té se adentran en mi cuerpo
Sorbos de sangre, de piel.
Ella divide luz y sombras en la cama
El sol entra de costado, frío aún
La luna está obligándome a actuar.

Pienso en mí, en nosotros
Pienso en ella, en su rostro
Pienso como habría sido, todo
Recuerdo como fue
La veo ahí, me miro en el espejo…

Último sorbo de te –ya frío-
Último beso le daré…
Ella divide luz y sombras en la cama
Yo miro mis pies

Último aroma le respiro
Ultimo tacto, de su piel
El sol ya está quemando
La luna ya se ha ido…
Y este amor ha perecido.


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Jorge Galaz Acevedo

Primer Beso

Seductora va su boca, va a mis labios que la invocan
insinuada y despacito, navegando perezosa
seductora cual sus ojos, tibiecitos que me arropan
que me abrazan al encanto dulcecito de su boca.

Delicada va su mano, va lentita y presuntuosa
va avanzando por mi cuello,
va subiendo a mi cabello
delicada va su mano, delicada cual su boca.

Temerosa su guatita, se le adhiere a mi barriga
menudita y calentita, tibiecita y delgadita
va quemándonos el miedo y agitando mariposas.


Insegura su guatita, cual de niña temerosa
me sugiere no besarla, me propone no soltarla
indecisa como péndulo, se devuelve hacia mi boca
yo le beso con la guata, con el pecho bien abierto
yo le beso con los brazos, con el brío de mi tiempo
yo la quiero con sus labios, con sus manos y sus besos
que sino le robo un beso, que sino no me detengo
yo a su boca voy sensato y medio loco por sus besos


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Jorge Galaz Acevedo

Certeza

Voy de pie camino al horizonte
intento llegar a casa, lo intento
cada día estoy más viejo, menos ansioso, más cansado.
He seguido algunos perros
he dejado algunas flores
voy camino al horizonte, y voy despacio.

Voy de pie, por estos días más erguido
voy camino al horizonte, donde intento llegar, porque ahí estaré.
Cada día estoy más solo de masas
cada día más cercano de pocos.

Voy de pie, con menos huellas a mi alrededor, pero a paso firme
cada día más cercano a mi destino
quizá llegue antes de lo que espero
tal vez después
pero llegaré.


Alzo mi esperanza al cielo
Que mi franqueza aliance mi sentido al horizonte
y tal vez sea solo
Que mantener la verdad me despoje de arapos
Y lo más probable llegue tal cual inicié mi viaje
pero llegaré
y esa, es la única certeza.


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Jorge Galaz Acevedo

Si pudiera

Caes en mi cuerpo reducida a instantes,
como gota a gota, como a beso lento
como eterna vida, amor, interminable
como al sol los días, como amor constante
con tu trazo lento y con tu piel rasante.

Vienes así, a mí
con la certeza
cual si en tus besos yo cayera preso
o en tus brazos pereciera inmenso, de tu amor
y yo te amase sin pregunta y duda, sin pavor
y sin desmedro a diario en ti pensase.

Yo por otro lado, como acalorado irrefutable
voy a ti y te toco como si me amaras desde siempre
con la certeza y desde que te pienso
hasta el aire cálido que busco entre tus labios
que lo siento mío
y te siento mía
entre ausencia larga y tacto breve,
mas te busco en sueños
... y te encuentro.

Bella...
si pudiera dudaría de tus besos
de tu amor yo dudaría,
de tu amor mi vida y si pudiera te amaría
para siempre
y dudaría, tan sólo y si pudiera
mas no cabe: ni la gota negra, ni la voz en blanco
sólo tú, eres sólo tú quien goza en mí
que calzas mi pecho entre tus brazos
¡Qué no quepa duda!
que si pudiera soñaría que es un sueño,
y sin embargo estoy sintiendo,
tu caricia suave y tu latido intenso
y si pudiera cambiaria por estar contigo
esta noche fría y este esbozo a versos.


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Jorge Galaz Acevedo

Las Bolas

Tuve las ganas
te juro
tuve las ganas.

Tuve las vidas
te juro
tuve las vidas.

Tuve el momento
te juro
tuve el momento.

Tuve las formas
te juro
tuve las formas, de hacerlo.

Tuve la escena
te juro
la escena, la tuve.

Tuve sus ojos
sus labios
sus besos
su risa.

Te juro
las ganas, la vida, el momento, las formas, la escena.

Te juro
tuve sus ojos, sus labios, sus besos, su risa.

Te juro
que tuve de todo
de ella, todo huevón, te juro
de mí, de ambos.

Te juro
y la cagué
de todo tuve.

Te juro
menos
las bolas.


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Jorge Galaz Acevedo