A los años pediré que no te olviden
que no descuiden tu recuerdo y se haga vago:
tanto la razón de tu existencia,
como el porqué de mis razones,
de las tantas y numéricas fracciones de razones
por las que haces tu gobierno en mi frontera
y tus días y tu vida en mi novela .
A ti te pediré que no distraigas la inocencia
y que no cunda en tu silencio la miseria,
ni la vida opaca… ni tu ausencia.
Estaré por ti al cruzar el sol la tierra
y alzaré mi voz para encontrarte
cuando ya no puedas verme
y tocaré tus labios para cuando no me oigas
... y por si no me sientes, entonces, te amaré en silencio.
Te amaré encallado en la cordura
y en la extensa vialidad de la demencia,
entre el paso de los años y en los días de inconsciencia.
¡Vida!, te amaré a mansalva
ni en gotitas, ni a centavos
te amaré en caudal que inunda,
en cada parpadeo de tus ojos
y en cada sueño, en toda noche y toda vida,
te amaré.
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